MADRID 10 Feb. (EUROPA PRESS) -
La realización de una prueba de biomarcadores del líquido cefalorraquídeo permite detectar de forma más precoz los primeros signos del Alzheimer, incluso "una década antes" de la aparición de los ovillos neurofibrilares en los escáneres cerebrales, tal y como ha descubierto un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).
"Nuestra prueba identifica etapas muy tempranas de la formación de ovillos de tau, hasta una década antes de que puedan aparecer cúmulos de tau en una tomografía cerebral. La detección temprana es clave para terapias más exitosas para la enfermedad de Alzheimer, ya que los ensayos muestran que los pacientes con pocos o ningún ovillo de tau insoluble cuantificable tienen más probabilidades de beneficiarse de los nuevos tratamientos que aquellos con un grado significativo de depósitos cerebrales de tau", ha afirmado el autor principal, el doctor Thomas Karikari, profesor adjunto de Psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh.
El estudio, publicado en la revista 'Nature Medicine', ha demostrado que la mencionada prueba permite detectar pequeñas cantidades de la proteína tau propensa a aglutinarse, así como sus formas patológicas mal plegadas que pueblan el cerebro, el líquido cefalorraquídeo y "posiblemente" la sangre.
A través de herramientas de Bioquímica y Biología Molecular, los científicos han identificado una región central de la proteína tau que es necesaria para la formación de ovillos neurofibrilares, ayudando a reconocer las proteínas tau propensas a la agregación y así ayudar a realizar un diagnóstico y tratamiento temprano.
Concretamente, los sitios de fosforilación, 'p-tau-262' y 'p-tau-356', pueden informar con precisión el estado de la agregación de tau en etapa temprana que, con una intervención adecuada, podría revertirse.
Como la patología de beta amiloide a menudo precede a las anomalías de tau en la enfermedad de Alzheimer, la mayoría de los esfuerzos de biomarcadores se han centrado en la detección temprana de cambios de beta amiloide; sin embargo, es la aglutinación de la proteína tau en estructuras, conocidas ovillos neurofibrilares, la que funciona como un "evento mas definitorio" del Alzheimer, ya que está más fuertemente asociado con los cambios cognitivos observados en las personas afectadas.
Debido a que muchas personas mayores con placas de beta amiloide en sus cerebros "nunca desarrollarán síntomas cognitivos" de Alzheimer durante su vida, el marco de diagnóstico ampliamente adoptado desarrollado por la Asociación de Alzheimer especifica que los pilares neuropatológicos necesarios para diagnosticar la enfermedad son la presencia combinada de patología de tau y beta amiloide, y neurodegeneración.
"La beta amiloide es como una astilla y la tau es como una cerilla. Un gran porcentaje de personas que tienen depósitos de beta amiloide en el cerebro nunca desarrollarán demencia. Pero una vez que los ovillos de tau se encienden en una tomografía cerebral, puede ser demasiado tarde para apagar el fuego y su salud cognitiva puede deteriorarse rápidamente. La detección temprana de la tau propensa a los ovillos podría identificar a las personas que tienen probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo asociado con el Alzheimer y podrían beneficiarse de terapias de nueva generación", ha agregado Karikari.
Aunque las pruebas PET-tau para el diagnóstico del Alzheimer siguen siendo un "predictor fiable y preciso", está limitada por su disponibilidad, la baja resolución, el alto costo que supone, la mano de obra necesaria y la sensibilidad de la misma, pues en la actualidad pueden captar la señal de los ovillos neurofibrilares solo cuando hay una gran cantidad presente en el cerebro, momento en el que el grado de patología se ha vuelto "pronunciado y no es "fácilmente reversible".
En el estudio también han participado científicos como Eric Abrahamson, Xuemei Zeng, Anuradha Sehrawat, Yijun Chen, Tharick Pascoal, y Milos Ikonomovic, todos de la Universidad de Pittsburgh; Tohidul Islam, Przemyslaw Kac, Hlin Kvartsberg, Maria Olsson, Emma Sjons, Fernando González-Ortiz, Henrik Zetterberg y Kaj Blennow, de la Universidad de Gotemburgo (Suecia); Emily Hill, Ivana Del Popolo, Abbie Richardson, Victoria Mitchell y Mark Wall, de la Universidad de Warwick (Reino Unido); Stijn Servaes, Joseph Therriault, Cécile Tissot, Nesrine Rahmouni, y Pedro Rosa-Neto, de la Universidad McGill (Canadá); Denis Smirnov y Douglas Galasko, de la Universidad de California (Estados Unidos); y Tammaryn Lashley, del University College London (Reino Unido).
Además, ha sido financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos, el Consejo Sueco de Investigación, la Asociación de Alzheimer de Estados Unidos, la Fundación Sueca de Alzheimer, la Fundación Aina (Ann) Wallströms y Mary-Ann Sjöbloms, la Fundación Emil y Wera Cornells, y un fondo de dotación docente del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh.