Actualizado 18/08/2009 16:18

Colón, olvidado en sitio de su desembarco en Cuba

Por Jeff Franks

CAYO BARIAY, Cuba (Reuters/EP) - "¿Un cóctel Colón?", preguntó el barman con mirada de desconcierto.

Un visitante quería saber si el bar en la ventosa Bahía de Bariay, el primer lugar de Cuba que pisó Cristóbal Colón en su viaje de 1492, le había dedicado algún cóctel a la memoria del famoso navegante y explorador genovés.

Pero como tantas otras cosas en Cuba, la historia recibe un giro diferente en el Bar Corocote, parte de un excéntrico monumento en el sitio donde desembarcó Colón.

"Tenemos el cóctel Corocote", dijo el barman Alexandr Gómez, echándose hacia atrás la boina que lleva como parte de su disfraz de Cristóbal Colón.

Preparado con miel, jugo de coco y ron, el Corocote lleva el nombre del dios de la virilidad adorado por los indígenas taínos que habitaban esta zona cuando Colón desembarcó el 28 de octubre de 1492.

El cóctel en teoría aumenta la virilidad masculina, explicó Gómez, mirando de reojo hacia una escultura de piedra de Corocote colgada junto a la puerta principal.

La pequeña figura agazapada, con una sonrisa y un significativo atributo masculino, parecía haber bebido varios de los cócteles que llevan su nombre.

Situado en la costa nororiental de Cuba, en la provincia de Holguín a unos 800 kilómetros al este de La Habana, el Parque Monumento Nacional Bariay está tan apartado de la ruta turística que durante la temporada baja del verano pueden pasar días sin que aparezcan visitantes.

Los empleados del parque pasan el tiempo mirando DVDs de programas de televisión de Miami mientras esperan por turistas.

Cuando aparecen visitantes, los empleados los reciben con una reconstrucción del desembarco de Colón con disfraces y todo.

CUBIERTA POR LA VEGETACION

El desembarco es apenas recordado por una placa, casi perdida en medio de las esculturas de los dioses taínos, una réplica de una aldea taína -que incluye el bar- y las ruinas de un poste, derribado el año pasado por el huracán Ike, que señala un pequeño sitio arqueológico taíno.

La costa, ahora una playa severamente erosionada, donde Colón y su tripulación desembarcaron, no está señalizada y está cubierta por la vegetación.

A unos minutos en automóvil del lugar del desembarco, el Gobierno cubano construyó un monumento formado por columnas de estilo español dispuestas en forma de flecha. La punta de la flecha está clavada en el grupo de dioses taínos.

Colón se sorprendería por el mensaje aparentemente siniestro proyectado por este monumento, al menos en relación a su escala en Bariay, porque aunque desembarcó con esperanza de establecer contacto con los nativos, no encontró a ninguno.

El explorador genovés que navegaba bajo bandera de la corona española en busca de una nueva ruta marítima a la India, había pisado por primera vez el Nuevo Mundo dos semanas antes en las Bahamas, donde los habitantes le hablaron de la maravillosa masa de tierra hacia el sudoeste.

Colón pensó, equivocadamente, que se referían a Asia y puso rumbo en esa dirección.

Su pequeña flota formada por la Niña, la Pinta y la Santa María entró en lo que se conoce hoy en Cuba como la Bahía de Bariay porque la amplia ensenada ofrecía protección. Luego, los exploradores desembarcaron en una pequeña villa donde asumieron que encontrarían pobladores.

Pero cuando llegaron, los atemorizados taínos habían huido a refugiarse en la vegetación de los alrededores.

Tras echar un vistazo dentro de las viviendas cónicas hechas de madera y ramas de palma, los exploradores volvieron a su barco y a la mañana siguiente zarparon rumbo a Gibara, unas millas más hacia el oeste.

Allí tuvieron más suerte. Encontraron nativos y permanecieron unos días. Por eso durante años se creyó que Gibara había sido el lugar del primer desembarco en Cuba.

"EL LUGAR MAS HERMOSO"

Aunque su visita a Bariay fue breve, su exuberante flora y fauna y las montañas de los alrededores impresionaron tanto al navegante que lo describió en su bitácora como "el lugar más hermoso que ojos humanos han visto".

Colón describió el lugar con suficiente detalle, incluyendo una peculiar montaña con forma de mezquita, que casi cinco siglos más tarde los historiadores decidieron que se refería a Bariay, y no a Gibara.

El ambivalente monumento cubano a Colón refleja el largo debate sobre si su viaje épico fue bueno o malo para el Nuevo Mundo.

Pero su importancia es incuestionable, asegura el historiador Keith Pickering, administrador del sitio para fanáticos de Colón www.columbusnavigation.com

"Este es quizás el evento más significativo en la historia humana. Es casi como si todo lo ocurrido en los cinco siglos anteriores llevara a esto y todo lo ocurrido en los cinco siglos siguientes emanara de esto", dijo.

Pero en el Bar Corocote, Colón es mucho menos admirado.

Sentada bajo un techo de palmas, protegiéndose del abrasador sol del trópico mientras espera la llegada de turistas, la guía Misleidis Méndez dice que Colón fue en realidad una catástrofe de proporciones históricas para los pueblos originarios de Cuba.

"Depende desde qué punto quiera verlo, pero desde mi punto de vista no fue tan bueno, porque los aborígenes eran los reyes, los dueños de este lugar y al llegar ellos la vida comenzó a cambiar totalmente", dijo.

"Poco a poco, así se fue extinguiendo la raza aborigen", añadió